Por: Mariana Belloso
Si hay algo que duele, es la impotencia. Las lágrimas amargas de una madre que, desde la distancia, se entera por teléfono que la Corte Suprema de su país le ha cerrado las puertas a su petición de que se haga justicia a su hija, asesinada hace 10 años, no pueden tener otro sabor más que la amargura de la impotencia.
Hilda Jiménez es una mujer que aún llora a su hija Katya, con un dolor que va más allá del luto, y que se agrava con la falta de justicia.
En El Salvador hay cientos de miles de páginas que recogen nuestras leyes, otras tantas con explicaciones de las jurisprudencias, y otras muchas más que se amarillentan en las gavetas de diputados y otros funcionarios, esperando salir a la luz, para mejorar las herramientas con las que en el país, se supone, se busca hacer justicia.
Nada de esto le ha servido a Hilda. Katya, de todas formas, ya descansa en paz, es un angelito al que la misericordia del Todopoderoso mantiene en la más absoluta felicidad, a Su lado, alejada de las miserias de este mundo. Pero Hilda, Hilda es otra historia.
Ella se ha quedado tocando puertas, gritando a oídos sordos, buscando ayuda donde lo que hay es indiferencia, con una sed de justicia tan grande que nos hace dudar de que realmente exista tal cosa: justicia… ¿justicia para todos?, en el Salvador suena a mito.
Y si realmente se hace justicia en este país, ¿por qué ha pasado una década sin que este caso avance? ¿Por qué otros cientos más, que permanecen en el anonimato, tampoco han encontrado respuesta? ¿Por qué siguen acumulándose cifras de crímenes, como si fueran granos de maíz, que se amontonan unos tras otros, ante la indiferencia de gran parte de nuestra sociedad?
Justicia para todos. Al menos eso nos garantiza la Constitución, que nos reconoce a todos como iguales ante la ley. Por eso es importante exigir a nuestras instituciones que funcionen, y a nuestros funcionarios, que hagan su trabajo.
Es cierto que como ciudadanos debemos hacer nuestra parte, desde nuestro propio comportamiento, hasta el tema de la denuncia, pero son nuestras instituciones las que deben garantizarnos el imperio de la ley.
Hilda Jiménez dijo la semana anterior algo que me dolió profundamente: que su error fue haber tenido a sus hijas en El Salvador, porque en otro país ya le habrían hecho justicia. No podemos quedarnos de brazos cruzados, callados, ni indiferentes, debemos todos sumarnos al esfuerzo para mejorar el acceso a la justicia en nuestro país, sin barreras políticas, de género, ni económicas.
Si hay algo que duele, es la impotencia. Las lágrimas amargas de una madre que, desde la distancia, se entera por teléfono que la Corte Suprema de su país le ha cerrado las puertas a su petición de que se haga justicia a su hija, asesinada hace 10 años, no pueden tener otro sabor más que la amargura de la impotencia.
Hilda Jiménez es una mujer que aún llora a su hija Katya, con un dolor que va más allá del luto, y que se agrava con la falta de justicia.
En El Salvador hay cientos de miles de páginas que recogen nuestras leyes, otras tantas con explicaciones de las jurisprudencias, y otras muchas más que se amarillentan en las gavetas de diputados y otros funcionarios, esperando salir a la luz, para mejorar las herramientas con las que en el país, se supone, se busca hacer justicia.
Nada de esto le ha servido a Hilda. Katya, de todas formas, ya descansa en paz, es un angelito al que la misericordia del Todopoderoso mantiene en la más absoluta felicidad, a Su lado, alejada de las miserias de este mundo. Pero Hilda, Hilda es otra historia.
Ella se ha quedado tocando puertas, gritando a oídos sordos, buscando ayuda donde lo que hay es indiferencia, con una sed de justicia tan grande que nos hace dudar de que realmente exista tal cosa: justicia… ¿justicia para todos?, en el Salvador suena a mito.
Y si realmente se hace justicia en este país, ¿por qué ha pasado una década sin que este caso avance? ¿Por qué otros cientos más, que permanecen en el anonimato, tampoco han encontrado respuesta? ¿Por qué siguen acumulándose cifras de crímenes, como si fueran granos de maíz, que se amontonan unos tras otros, ante la indiferencia de gran parte de nuestra sociedad?
Justicia para todos. Al menos eso nos garantiza la Constitución, que nos reconoce a todos como iguales ante la ley. Por eso es importante exigir a nuestras instituciones que funcionen, y a nuestros funcionarios, que hagan su trabajo.
Es cierto que como ciudadanos debemos hacer nuestra parte, desde nuestro propio comportamiento, hasta el tema de la denuncia, pero son nuestras instituciones las que deben garantizarnos el imperio de la ley.
Hilda Jiménez dijo la semana anterior algo que me dolió profundamente: que su error fue haber tenido a sus hijas en El Salvador, porque en otro país ya le habrían hecho justicia. No podemos quedarnos de brazos cruzados, callados, ni indiferentes, debemos todos sumarnos al esfuerzo para mejorar el acceso a la justicia en nuestro país, sin barreras políticas, de género, ni económicas.
Mariana, tenes toda la razon. El sistema judicial maneja tanto dinero, y no lo usan para hacer bien su trabajo, sino para andarlo derrochando, en carros de lujo. No debemos quedarnos callados!
ResponderEliminarYo creo que este caso ya no lo van a resolver, como era gente que estaba en el ejército, en la policía y en a saber qué otras esferas de poder, jamás los van a procesar.
ResponderEliminarCuántas niñas y niños más son asesinados en la impunidad, este sistema de justicia tiene pecados muy negros en su haber, de pura omisión y encubrimiento.
Saludos Compañero,
ResponderEliminarYa que tuvimos un gran éxito en nuestra Primera Marcha Oscar – Mandela en Puerto Rico, ahora podemos trabajar para que la Primera Protesta Oscar – Mandela en Nueva York sea aún mejor. Este año, la parada puertorriqueña en Nueva York celebrada una semana antes que nuestra protesta será dedicada a nuestro preso político Oscar López Rivera.
El lunes 16 de junio de 2014, la Organización de Naciones Unidas (ONU) estará nuevamente discutiendo el caso colonial de Puerto Rico. La ONU está en su tercera década tratando de erradicar del mundo el colonialismo por entender que la misma constituye una amenaza a la paz mundial. Nosotros queremos ayudar.
En ese mismo día, el día después del Día de los Padres, nosotros estaremos de 8 AM a 5 PM protestando pacíficamente en el parque al otro lado de la Primera Avenida de la Calle 46 de la ONU. Queremos demostrarle al mundo que nosotros también creemos que el colonialismo es un crimen en contra de la humanidad. Necesitamos una gran cantidad de gente para obligar al gobierno de Estados Unidos (EEUU) a cumplir con las 32 resoluciones de la ONU pidiéndole a EEUU que inmediatamente descolonice a Puerto Rico. Después de tantas resoluciones, es obvio que EEUU no lo quiere hacer.
El Presidente Obama recientemente demostró la hipocresía del gobierno de Estados Unidos en relación a los derechos humanos. En la ceremonia de recordación, él solo tuvo palabras de gran admiración para Nelson Mandela. Sin embargo, él se ha negado, bajo presión internacional y de Puerto Rico, a excarcelar a Oscar que ha hecho exactamente lo mismo que Mandela. Oscar ya ha estado 6 años más en la prisión que los 27 que estuvo Mandela. Estados Unidos está contento cuando otros países descolonizan a sus colonias pero no quiere descolonizar las de ella. ¿Qué tipo de democracia es esta? Obviamente, los que practican el colonialismo no creen en la justicia para todos.
Por favor, dígale a sus amigos sobre esta protesta para excarcela a Oscar, y lograr la causa que lo llevó a la prisión, la descolonización de Puerto Rico. Tendremos una hoja para todo aquel que quiera ser parte de la organización de esta protesta anual y permanente nos pueda dar su información de contacto. Si deseas, puede hacerlo ahora atreves de jlop28vislophis@yahoo.com.
¡Nos gustaría poder saludar a viejos compañeros y conocer muchos nuevos en nuestra lucha por lograr una verdadera justicia para todos!
Un abrazo fraternal,
José M López Sierra
www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com