lunes, 27 de julio de 2009

La pasion sigue marcando la diferencia

La pasión sigue marcando la diferencia
Por: Sara Veronica Lopez

Fue en una tarde con lluvia y enfrentamientos entre guerrilleros y soldados, que se oían a lo lejos, yo era una niña allá por 1984, y esa tarde leía el periódico en su sección internacional, era una noticia sobre el conflicto árabe-israelí, un cable de UPI (United Press International), abajo una foto de un jovencito palestino tirando piedras a las tanquetas del Ejército de Israel. Me impactó, y el efecto fue tal que fue así como decidí ser periodista. Esa misma tarde. Contar lo que pasaba en el mundo, estar donde las cosas ocurrían.
Traigo a colación este recuerdo no por mí, si no por dos temas que se repiten: primero, la foto que no ha cambiado, el chico palestino luchando contra el Gobierno israelí, muchos muertos después la foto puede ser, tristemente, la misma; y segundo, un chico que en estos días tiene cerca de la edad que yo tenía en esa tarde, y que a sus escasos años de vida comienza a dar sus pasos en este mundo de contar lo que pasa, de interesarse por algo más allá de los juegos de video o el futbol, y que con trece años opina sobre la poca transparencia con que se eligen los magistrados de la Corte Suprema de Justicia o sobre el golpe de Estado en Honduras, y además me animó a escribir en su blog. ¡Vaya, el chico tiene un blog!,
Los jovencitos casi nunca saben, especialmente en la adolescencia, qué es lo que quieren hacer en la vida, qué será eso que a sus cortos años vividos les podría apasionar a lo largo de sus días, tanto que estarían dispuestos a decidir seguir en ese rumbo a pesar de los múltiples cruces que se encontrarán en esa vía. Y la pasión por un oficio te va llevando a conocerte más, a entusiasmarte por descubrir algo nuevo cada día, a celebrar la vida porque estás donde te gusta estar. No todos los días hay niños escribiendo cosas que los grandes creemos exclusivas de grandes, y haciéndolo bien.
En mi Patria, o en un país desarrollado como Suecia, los jóvenes siempre tienen sus conflictos. Crisis de valores, como dicen algunos. Ya sea por tenerlo todo o por carecer de algo, lo cierto es que tampoco en un país de primer nivel en atención social se puede lidiar fácilmente con jovencitos que se muestran apáticos a todo. Por eso, saber a tan corta edad en qué te deleitas es tan importante, al punto de hacer la diferencia.
Algunos programas en las Comunas o Alcaldías en Gotemburgo, al sur de Estocolmo la capital de Suecia, buscan llamar la atención de los niños, a partir de los seis años, creando talleres para , dibujar, pintar, bailar, cantar, hacer teatro, tocar instrumentos, producir videos de televisión, modelar y componer música, entre otros. La iniciativa ha logrado buenos resultados en general, pero todavía así hace falta que los padres hagan más. Solo llevar a los chicos a clases no ayuda, y falta educar también a los papas para inculcarles más responsabilidad sobre sus hijos.
Para algunos encargados de este tipo de programas es el mismo estado de bienestar social el que está creando generaciones de gente sin pasión para vivir. “No pedir nada a cambio de todo, hace mucho daño”, cuenta decepcionado Doug Larsson, un profesor jubilado que ahora cuenta con 72 años. Doug dice con crudeza que el sistema protege tanto al chico, que lo vuelve peligroso y, … ápatico. Varios chicos han puesto a profesores y padres en la cárcel por intentar corregirlos con métodos poco convencionales para esta sociedad. Ahora, agrega Doug, es tiempo de cambiar un poco las reglas: “En la escuela, el niño puede escoger si pegarle al profesor en la espalda o en las piernas”, dice, “Es triste”, reconoce con una mueca de horror.
En El Salvador, le cuento a Doug, es al revés. El padre puede llegar a matar al hijo en su intento por corregirlo. Pero ahora, las cosas también pueden cambiar, y ojala para mejor, con la nueva ley de protección a la niñez, que busca evitar los excesos en la corrección de los infantes, que ya varias vidas se ha cobrado.
Buscar que apasiona a un preadolescente, qué interesa a un jovencito, buscarlo con ahínco, y poner las opciones en su cara, Estado y padres de familia, puede evitar niños asesinados, maltratados, o padres y profesores en la cárcel o frustrados.

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